21 abr 2009

Sólo los ejemplos dan fe a las palabras


Cada vez tengo menos dudas: los argentinos (en este caso no me queda otra que generalizar) amantes del fútbol somos verdaderos animales sociales.
Ya no se trata sólo de la gente, de los simpatizantes, fanáticos e hinchas fervorosos. De esos que van a la cancha a descargar la bronca contenida. La impotencia semanal. El estrés diario.
Lo que pasó el domingo en ocasión del clásico Crucero-Guaraní fue algo exageradamente anormal. No tuvo razón de ser y es sumamente criticable.
Aunque no se justifique bajo ningún punto de vista, puede llegar a entenderse que un hincha, un fanático, un futbolero desequilibrado mentalmente actúe como salvaje, queriendo solucionar todo a los golpes, con insultos, corridas, etcétera.
Ahora bien... que sean los propios jugadores, y máxime teniendo en cuenta que son profesionales, los que actúen como energúmenos, hace presagiar que estamos demasiado lejos de aquello que decimos. Y está claro que sólo los ejemplos dan fe a las palabras.
Cuando el árbitro Alberto Flores pitó el final del partido, jugadores, asistentes, utileros e integrantes de ambos cuerpos técnicos se agarraron a trompadas, literamente hablando, se insultaron, se corrieron y se dieron de lo lindo a lo largo y ancho de la cancha. Y todo ante la atónica mirada de las al menos 5 mil personas que llegaron hasta Santa Inés.
Pero lo que da bronca es saber que la mecha en este caso la encendieron los protagonistas directos de la historia. Esos mismos que antes de cada partido se ponen el cassette y se autoconvencen: "ojalá salga un buen partido, que gane el mejor y que todo termine en paz".
En algunos casos el deseo puede -y debe- ser real. Pero en muchos casos, y el domingo quedó de manifiesto, se borra con los puños todo lo que se dice con la boca.
Aunque al fútbol misionero le cueste, sería más una necesidad que una obligación por parte del Tribunal de Penas del Consejo Federal, que todos los involucrados en la escena sean sancionados.
Sólo así dejaremos de ser verdaderos animales sociales, donde prevalece la ley de la selva y sólo se impone el más fuerte...
Con palabras no alcanza muchachos. Sólo los hechos dan fe a las palabras.

1 comentario:

  1. Lamentablemente si las bases; llámese dirigentes, entrenadores y jugadores no hacen un mea culpa es muy dif.icil que esto vaya a cambiar.
    Después de cada partido, en vez de mirar para adentro y ver que se hizo mal para poder cambiarlo, lo primero que se hace es buscar culpables en la vereda de enfrente como si para pelear hiciera falta uno sólo.
    Justamente la falta de un mea culpa por parte de la dirigencia y aparentemente no hay ninguna intención en cambiar esto, es lo que hace que estos hechos se sigan sucediendo y si las personas que manejan todo esto, que son personas con estudio y preparadas para manejar situaciones adversas no piensan en cambiarlo que se puede esperar del hincha común, que en muchos casos no tiene ninguna preparación y se deja llevar por la pasión o lo que es peor si hay personas que los alienten a continuar con esta extraña manera de demostrar la pasión por su equipo.

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