28 jun 2009

¿El mejor de todos los tiempos?

¿Cómo saber si Roger Federer es el mejor tenista de todos los tiempos? Imposible. No hay manera. Ni forma de saberlo. O sí. Quién sabe. Pero para aquellos que piensan que sí existen motivos de sobra. Los mismos que encontrarán aquellos que decidan inclinarse por otros que quedaron en la historia, como Pete Sampras, Rod Laver, John McEnroe, Bjorn Borg o Ivan Lendl. Ciertamente, todos tuvieron, o aún tienen, cualidades, golpes y gestos técnicos únicos, incomparables y por momentos sobrenaturales. Sin embargo, por títulos, características de juego, constancia y ranking mundial, habría que darles la razón a quienes ubican al Expresso Suizo en lo más alto de la cúspide. Su estilo clásico evoca a los viejos maestros, hazaña impresionante, puesto que aquél estilo clásico era posible ya que la pelota no viajaba a la velocidad a la que viaja hoy en día. Se jugaba más con estrategia que con poder bruto. La técnica era muy distinta. Lo increíble de Federer es que sea capaz de ejecutar ese estilo de juego, jugando bien por adentro de las líneas, logrando dar con ángulos improbables y una aceleración de raqueta en el drive que hacen de esa ala, cuando está en sus buenos días, un arma letal. Además, Roger adorna el deporte blanco con un talento impresionante, que le permite hacer cosas que se pensaban increíbles. Por ejemplo, devolver los bombazos del estadounidense Andy Roddick, los cuales alcanzan a veces los 245 km/hr, y hacerlo parecer como una hazaña más bien sencilla.

Ni hablar de la reciente final de Roland Garros. Casi fue paliza de Federer sobre Nadal -lejos, el mejor tenista sobre polvo de ladrillo- y probablemente siempre que se gana una final de Grand Slam en sets corridos haya algo de eso. Pero poco importa. El solo hecho de que este triunfo convirtió al suizo en el sexto hombre en la historia en ganar los cuatro grandes torneos (Perry, Budge, Laver, Emerson y Agassi fueron los anteriores) califica mucho mas allá de cómo lo logró. Tampoco hay que olvidar que ganar hoy en las cuatro superficies no es lo mismo que antes, ya que que hasta la década del '80 aquellos que lograron sus hazañas sólo lo hicieron en polvo de ladrillo y césped, habida cuenta de que en Australia, Gran Bretaña y Estados Unidos se usaba solamente esa superficie.

Si pensamos en el nacimiento de la leyenda en vida que es el maestro suizo, es necesario mencionar un partido en Wimbledon de 2001, el cual lo propulsó dentro de la escena del tenis como un brillante talento. Fue su victoria en la cuarta ronda contra Pete Sampras. Federer lo derrotó en un clásico instantáneo y fue entonces cuando la gente tomó nota. Sampras había ganado Wimbledon siete veces en los anteriores ocho años y parecía que iba a agregar uno más a su récord. Pero Federer tenía otras ideas. 2006 fue sin duda el mejor año en la carrera de Federer. Empezó y terminó el año como número 1 del mundo, ganó tres de los cuatro Grand Slams por segunda vez y perdió solamente contra dos hombres, uno de ellos, Rafael Nadal. Tampoco debería olvidarse la final de Wimbledon del año pasado, partido épico, calificado instantáneamente como el mejor partido de tenis jamás jugado, y que quedó en manos del mallorquín.

Estilos diferentes tuvo cada uno de los que quedaron en la historia. Títulos habrá en cada vitrina. Plaquetas, reconocimientos y partidos épicos tampoco serán excepciones en cada raqueta. Pero pocas dudas quedan a esta altura de que Federer tiene todo para ser, si es que aún no lo es, el más grande de todos los tiempos.

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