22 sept 2009

El rigor de la categoría se empieza a sentir


Semana a semana, Crucero se va convenciendo de lo que tiene que hacer, de lo que puede hacer y para qué está.
La euforia de las tres primeras victorias en serie ya quedó atrás, y aunque ese colchón de puntos hoy le permitan al Colectivero mirar a todos desde lo más alto de la tabla de la zona 2 del Argentino A, la mini gira por Sunchales y Pergamino dejó en evidencia un punto al que Dechat deberá buscarle una solución inmediata.
Poco a poco los rivales van conociendo la estructura futbolística del conjunto misionero. Y, por ende, Crucero la de sus adversarios.
Hasta hace 15 días, el punto más alto del equipo era, indiscutiblemente, la defensa. Sea Matto, Tomasini, Rodríguez, Medrano o Correa, la solidez en la zaga central siempre fue una garantía.
Pero Libertad, primero, y Juventud, el último sábado, dejaron en evidencia que cuando a Crucero se le juega por abajo, las complicaciones realmente son importantes.
Emanuel Torres, un movedizo mediocampista que por momentos actuó como enganche, sacó a luz que las torres defensivas del Colectivero pueden sacar absolutamente todo lo que le tiren por arriba, pero que a mano a mano padecen y sufren la velocidad y la picardía de aquellos jugadores “diferentes”.
Y la hipótesis se potenció en la última presentación, ante Libertad en Pergamino, cuando Crucero, de ser una maquinita de precisión suiza en el primer tiempo, mostró importantes grietas cuando en el conjunto local saltaron a la cancha los chiquititos Sebastián Illoa y Alexis Bulgarelli, dos incisivos jugadores de sólo 19 años que modificaron completamente el escenario y el resultado del partido.
Es que en esa primera parte, Tomasini y Matto González anularon completamente al gigante Pavone, pero cuando el técnico local entendió que por potencia y fortaleza perdía, y que la clave estaba en buscar por abajo, con velocidad y determinación, el fondo colectivero se llenó de dudas, se sintió pesado y en ningún momento supo cómo detener la vorágine de los picantes relevos que llegaron desde el banco. Y que hicieron amonestar, en cuestión de segundos, a cinco de los misioneros.
Seguramente que para que los defensores sufran tanto también hay fallas de los mediocampistas.
Por suerte para Dechat, son cuestiones que aparecen ahora, cuando hay tiempo, producto y margen para buscar soluciones. También las hay para acostumbrarse a jugar en terrenos intransitables, como el de Pergamino, porque para llegar al Nacional B, aunque el objetivo suene muy ambicioso, habrá que transitar un camino repleto de obstáculos.
Hay variantes en cuanto a nombres y puestos, pero no todavía en rendimientos. Mientras todo eso pasa, Crucero, está a la vista, comienza a sentir el rigor de la categoría.

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