15 sept 2009

¿Podrá Del Potro ser el primer argentino Nº1 del mundo?


Qué victoria la de Del Potro. Aún sigue vigente en la mente de todos los argentinos. Bah, de todo el mundo. Si no, basta con leer los medios de otros países, brasileños incluido, que reflejan hasta casi de manera inesperada la consagración del argentino.
Del Potro hizo lo que casi nadie hizo. Por la edad. Por el lugar. Por la envergadura del rival. Por el momento de ambos. Por lo que marca la historia. Por los números. Por todo.
Tras la impecable victoria sobre el suizo Roger Federer en la final del US Open neoyorquino, la pregunta surca el aire, flota en el inconsciente, pero nadie se atreve a responderla.
¿Será Juan Martín Del Potro, ese flaco de casi dos metros de altura, ese pibe próximo a cumplir veintiún años, el mismo que emocionó a propios y a extraños con sus lágrimas sobre el cemento del estadio Arthur Ashe tras su primer título de Grand Slam un futuro número uno del mundo argentino?
La historia reciente del tenis albiceleste no hacía prever que en 2009 uno de sus hijos pródigos se podría alzar con uno de los torneos "grandes", y menos aún ante el actual número uno del ranking mundial, quizá el mejor de toda la historia, con semejante demostración de coraje y templanza.
Difícil era imaginar a mediados de 2004, cuando Gastón Gaudio se alzó con Roland Garros en la capital francesa, que cinco años después otro argentino iba a entrar en el altar de los ganadores de Majors junto con el propio Gato, Guillermo Vilas y Gabriela Sabatini.
Difícil era, no porque faltaran buenos tenistas, sino porque lograr un Grand Slam parecía casi inaccesible para alguien nacido por estas latitudes.
A partir de aquella recordada final del Abierto parisino, el subcampeón Guillermo Coria se perfilaba para estar en la discusión grande del tenis a nivel mundial, pero a partir de allí tomó una peligrosa pendiente que derivó en su retiro el último verano.
Hasta el bueno de Mariano Puerta estuvo en las puertas de conseguir un Grand Slam en 2005 al arribar a la final de Roland Garros. Dio pelea, jugó cada pelota como la última, pero terminó cediendo ante el español Rafael Nadal, quien ganaría de manera consecutiva ese y los siguientes tres torneos.
Luego, las miradas apuntaron al cordobés David Nalbandian. El nacido en Unquillo, el 1 de enero de 1982, fue el abanderado en cada una de las últimas ediciones de la Copa Davis que disputó el elenco argentino.
Fue el estandarte para buscar la Ensaladera de Plata tan negada en las dos finales disputadas por el equipo dirigido por Luli Mancini en 2006 y en 2008, pero en ambas los triunfos serían ajenos. De Rusia primero, en el estadio Olímpico de Moscú, y de España después, en el Polideportivo Islas Malvinas de Mar del Plata.
Lógicamente, tal afirmación está basada en los resultados que consiguió Nalbandian en el último lustro y que lo ubicaron año tras año entre los diez mejores del planeta y como el mejor argentino de la época.
Pero hace un año y dos meses, el nombre de Juan Martín Del Potro comenzaría a dar definitivamente los primeros pasos para llamar la atención del mundo tenis.
Ganó de manera consecutiva cuatro títulos (Sttutgart, Kitzbuhel, Los Angeles y Washington), en una racha positiva que incluyó 23 victorias al hilo. Cayó en los cuartos de final del US Open ante el escocés Andy Murray, aunque días después depositó a la Argentina en la final de la Copa Davis al vencer en el encuentro decisivo al ruso Igor Andreev en el polvo de ladrillo del Parque Roca.
El fuerte dominio desde el saque y que posteriormente impone con su drive diestro punto a punto dieron al argentino los elementos principales para construir cada victoria hasta el lunes. Las mismas que lo llevaron a ganar el abierto de Auckland y repetir en Washington en agosto pasado.
Pero el triunfo más grande de su carrera lo lograría llamativamente un lunes, a causa de las inclemencias climáticas.
Luego de vencer por paliza en tres sets a Rafael Nadal por un triple 6-2 (en lo que representó la derrota más abultada para el manacorí en Grand Slam), tuvo que enfrentar a Roger Federer.
Comenzó dubitativo, es verdad. Pero después sacó a relucir todo su repertorio para doblegar al suizo en cinco sets y ahogarle el sexto título consecutivo en Nueva York, su 16º Grand Slam.
Del Potro demostró estar en un momento excepcional, a nivel tenístico y a nivel mental. Por ello la pregunta seguirá flotando en el aire y quizá sólo él sea capaz de responderla. ¿Será el tandilense el primer número uno delmundo argentino? Va en busca de ello.

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