15 nov 2011

Guaraní: una piedra en el camino


Ver el presente de Guaraní entusiasma. El presente deportivo, claro. El equipo no sólo gana; también golea. Demostró ser muy superior a sus rivales de la región y no en vano es el cómodo líder de la zona 6 del torneo Argentino B.
Arsenio Ribeca también demostró ser el técnico indicado para un equipo que, por historia y antecedentes, merece estar en categorías superiores.
Puede gustar o no su metodología de trabajo, puede llenar los ojos de fútbol o aburrir su particular estilo de juego, pero en este mundo donde los resultados están por encima de cualquier otra cuestión, ha dejado en claro que conoce muy bien la fórmula.
Cuando llegó a Posadas y fue a ver su primer partido en cancha de La Picada, por la Liga Posadeña, dijo: "No puedo prometer otra cosa que trabajo y disciplina". A diferencia de otros entrenadores, ya dejó entrever particularidades propias de alguien que sabe que el pez por la boca muere, y que prometer buenos resultados es una bomba de tiempo que siempre termina explotando en propias manos.
Es verdad que es fácil hablar con el diario del lunes, pero los números, en la mayoría de los casos, hablan por sí solos. Con seis triunfos, un empate y otra derrota, la Franja es el equipo de mejor porcentaje en el Argentino B. Y eso que el técnico nunca pudo, por lesiones, inhabilitaciones y suspensiones, armar el ‘equipo ideal’, ese que cree puede conseguir el ansiado ascenso que todo Villa Sarita y buena parte de Posadas anhela.
Por suerte, mucha gente reconoce el laburo de Ribeca. Sobre todo aquellos que dejan de lado intereses personales y ponen el beneficio del equipo por sobre todas las cosas.
No obstante, Osvaldo Gutiérrez, ese personaje con el cartelito de coordinador general de fútbol que tanto está de moda por estos días en el país, no parece estar muy contento con el presente del equipo. O en todo caso, con el trabajo del cuerpo técnico.
Cuestionado por la mayor parte de la gente, mirado de reojo por los jugadores, insultado por los más fanáticos y sólo valorado por el gerenciador Enriquez, el ex jugador de Atlanta, Vélez, Gimnasia, Deportivo Cali y el Boca del Toto Lorenzo parece no estar dispuesto a perder protagonismo en perjuicio de los buenos resultados.
Que ‘Nene’ pone piedras en el camino no es ninguna novedad a esta altura de los acontecimientos. Pero la paciencia de Ribeca parece tener fecha de vencimiento. Aunque no lo diga abiertamente, las actitudes de Gutiérrez lo están desgastando cada vez más. Y si el ex DT de Central Córdoba de Santiago del Estero aún decide permanecer en Villa Sarita, es por la contención del círculo que lo rodea. O por las ganas de pescar una pieza importante en el río Paraná, quizás, pero cuesta creer que sea por cuestiones monetarias, ya que no necesita el sueldo de Guaraní para poder vivir.
Pero hay que ver hasta cuándo absorbe ese malestar diario el técnico rosarino.
Y acá entra en escena, o debería hacerlo, la otra pata de la cuestión: la dirigencia. César Decamilli y compañía deberían tomar un camino. Es difícil llevarse bien con Dios y con el Diablo, sobre todo cuando estos se desempeñan en el mismo escenario y persiguen los mismos objetivos pero por distintos caminos.
Esta dirigencia, cuestionada por algunos y valorada por otros, no puede seguir en la intrascendencia. Parece entendible que se quiera permanecer cerca de Gutiérrez –y por ende del gerenciador Enríquez-, por todo lo que esa relación pueda aportar. Pero también es importante apoyar un proyecto serio, útil y deseado, como el que se está forjando alrededor de Pomelo.
En definitiva, sería una pena que el conjunto franjeado deje pasar esta oportunidad por problemas internos totalmente infantiles e inentendibles.
Todos saben dónde está la piedra. O se la deja y sigue obstruyendo el paso, o se la saca del camino y se mejora el andar. Todavía hay tiempo…